Muxía
Todo el que me conoce un poco sabe de mi debilidad por Galicia, por esa Costa da Morte tan maravillosa, con esos acantilados llenos de trágicas historias de marineros y con esas gentes que te tratan como si de tu misma madre se tratara.
En mis numerosos viajes a esa costa nunca había pisado la mítica Muxía, quizá por superstición, quizá por azar, los caminos nunca me habían llevado a sus calles y recuerdos tan amargos y solidarios a la vez.
Se siente un sabor extraño al mirar la mar desde allí, al mirar a su luz de guía y pensar que resulta inevitable acordarse de tanto esfuerzo, de tanto sufrimiento, de tanto brazo unido para limpiar las conciencias de unos pocos que no hicieron bien su trabajo.
Qué bonito…y ahí está el faro…dando su luz a ese precioso rincón del mundo