El valle Gordo
Serpentea el camino hacía Fasgar regalando a los sentidos mil y una experiencias sensoriales, el color a la mirada, la floración al olfato, la textura al tacto…..
Omaña sigue virgen después de siglos, placenteramente me dispongo a degustarla teniendo la certeza de que no me cansaré de este sabor.
Qué paseo más chulo nos dimos… Lo que se mira a través de un objetivo (o pantalla, en este caso) no se olvida, queda grabado. Eso, y los bocatas, y el tendero peculiar que nos facilitó los bocatas, y el sol, y el río, y la tela de araña que nos acompañó en la comida, y la sombra de los árboles, y el pescador del río…
Hay que volver.
Si señor, esta primavera nos tiramos al monte de nuevo a vivir una Omaña en toda su esencia.
Preciosas fotos de un lugar privilegiado. Hecho en falta alguna panoramica del valle, de los pueblos y del relieve que protege ese paisaje.
JPB