Un día fuera de la ciudad
Salir de la ciudad tiene dos efectos directos, el primero más de una hora para dejar de ver edificios y calles repletas de seres humanos, y el segundo que cuando consigues lo anterior, te imbuyes en un mundo increíble de montañas, campos verdes, arrozales y frondosos bosques, que en otoño se convierten en una explosión de color jamás imaginada.
¡Qué bonito!