Al calor del hogar
Todavía tengo en la memoria esa cocina de carbón que tenía mi abuela y que siempre mantenía encendida, día tras día, azuzando esas brasas para que no se apagaran, para después poder, en su momento, cocinar esas migas o esos caracoles con los que todos nos chupabamos los dedos.
¿Qué historia contará esta cocina?
¿Cuantas personas se habrán reunido alrededor de ella?
El calor de una cocina siempre reconforta el alma… además del cuerpo. Las antiguas tienen además en su interior la magia del fuego y de evocar recuerdos que creíamos perdidos. La belleza del lento pasar del tiempo, de los inviernos duros de antaño y el poder de reunir deseos y esperanzas a su alrededor siguen crepitando incluso en su ocaso.
Me gusta ese crepitar a lo largo del tiempo…
Hola. Una buena foto, que representa a la perfeccion esas antiguas cocinas, de las casas de los pueblos. Saludos