El sol de media tarde
Será quizá una de las ciudades donde el atardecer nunca se olvida, en el que tomando una cerveza en Castelvecchio puede uno desconectar de todas las preocupaciones y disfrutar de la bella luz que adorna su perfil, sus torres, sus plazas, su vida…
Santa Anastasia, San Zenón, la catedral, sus palacios, los rincones donde Romeo y Julieta se amaron, sus puentes sobre el río Adige y sobretodo su Anfiteatro Arena donde nunca olvidaré una Aida que me pone la piel de gallina al recordarlo…
Verona en el corazón.
Qué bonita luz, que tan bien arropa el color de esas piedras!!
Y menudas piedras!!